El filtro, aunque a veces pasa desapercibido, desempeña un papel crucial en el funcionamiento óptimo del aire acondicionado, por dos razones fundamentales: garantizar el correcto desempeño del equipo y preservar la salud del usuario al mejorar la calidad del aire que respiramos.

La principal función del filtro es atrapar partículas como polvo, ácaros, polen y otros contaminantes ambientales. Un filtro sucio puede resultar en la circulación de aire contaminado, malos olores e incluso suciedad en el aire que se impulsa, ya sea frío o caliente, lo que podría afectar la salud de las personas en el entorno.

Ubicado en la parte superior del aire acondicionado, el filtro es el punto de entrada por el cual el aparato aspira el aire de la habitación. Luego, este aire pasa a través del intercambiador dentro del aparato, donde se enfría o se calienta, antes de ser expulsado hacia el exterior. Es esencial asegurarse de que el aparato no esté obstruido, ya que esto podría afectar su funcionamiento. Una obstrucción en la aspiración puede causar un rendimiento deficiente del equipo, reduciendo su capacidad de enfriamiento o calentamiento, además de los problemas de limpieza del aire mencionados anteriormente.

Si no se realiza un mantenimiento adecuado y oportuno, es posible que el aire acondicionado funcione correctamente durante el primer año, pero comience a presentar fallas, como una menor potencia de aire, falta de enfriamiento o calentamiento insuficiente, a partir del segundo año de uso. Es por eso que mantener limpios y revisados los filtros de aire acondicionado de manera regular es crucial para garantizar un rendimiento óptimo a lo largo del tiempo.